Ortega y Gasset by C. J. González Serrano

Ortega y Gasset by C. J. González Serrano

autor:C. J. González Serrano [González Serrano, C. J.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Filosofía
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-01T05:00:00+00:00


La imprescindible lectura orteguiana de Heidegger

«Llamamos a la determinación original del sentido del ser y de los caracteres y modos de este oriundos del tiempo, su determinación “temporaria”. El problema ontológico fundamental, de la exégesis del ser en cuanto tal, abarca por ende el poner de manifiesto la “temporeidad” del ser»

HEIDEGGER, Ser y tiempo, §5

¿Cómo hacernos cargo del predominio de la conciencia histórica cuando intentamos hacer filosofía? Ortega desea preguntarse si es, en efecto, la vida fáctica (nuestra vida real, tal y como se da) el escenario de lo originario, o si, por el contrario, nos movemos ya en cierto comprender previo antes de poner en marcha nuestros aparatajes interpretativos.

Si reparamos en el §31 de Ser y tiempo, Heidegger explica que el ser del ser-ahí (del ser que somos) se constituye al mismo tiempo por el comprender. El pensador alemán aduce que se dan ciertas estructuras existenciales (o existenciarias) que no poseen un fundamento, que se sostienen en su pura facticidad. Esta facticidad es propia de la existencia, y en nuestro caso, en el caso del hombre, nuestra existencia acontece como proyecto.

Por otro lado, con la expresión «disposición afectiva» Heidegger alude a un modo de estar en el mundo, caracterizado por que nuestro movernos en él se halla en constante relación con un estado de ánimo. Un dato que Ortega tendrá muy en cuenta para desarrollar el concepto de circunstancia (aunque aparezca ya en sus escritos más tempranos). Lo que se da en el mundo (lo que da lugar a un estar-en-el-mundo) no se da como cosas sin más, como datos objetivos. Tal estado de ánimo no se reduce al significado tradicional de sentimiento como mero estado subjetivo, sino que se refiere a una forma determinada de estar en el mundo. Este encontrarse recoge un adolecer de cierto temple (en el texto de Heidegger, «el encontrarse tiene en cada caso su comprensión, aunque solo sea sofrenándola»).

Heidegger nos explica que los estados de ánimo hacen patente cómo le va a uno, pero no en un sentido meramente psicológico, sino que alude a la forma de encontrarnos —existencialmente— en el mundo. A través de tal disposición (de este encontrarse) nos situamos ante nuestra propia situación en el mundo. En una determinada perspectiva, diría Ortega. Por ello debemos diferenciar dos sentidos: el meramente psicológico o analítico (lo que podemos denominar laxa y tradicionalmente «sentimiento») y el ontológico —que Heidegger maneja. Este encontrarse posee un fin capital: darnos a conocer, mostrarnos nuestro propio ser y entender nuestra situación, lo que el alemán llamará más adelante «abrir» o «abrirnos». Mas ¿qué nos muestra entonces?; ¿qué abre este estado? La respuesta es la facticidad: el hecho mismo de existir. A este singular hecho Heidegger lo denomina estar «arrojado» o «arrojamiento» (Geworfenheit).

Ima­gen del en­cuen­tro en­tre Mar­tin Hei­de­gger y Jo­sé Or­te­ga y Ga­sset en 1951.



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